'La grandeza de una nación y su progreso moral, pueden ser medidos por la manera en la que son tratados sus animales' (Mahatma Gandhi).

sábado, 21 de marzo de 2020

¿Los perros sienten amor?


Este artículo fue redactado y avalado por el abogado Francisco María García
Sin embargo, muchos colocan esta afirmación a nivel de cuento de hadas. Otros aseguran que se trata de una especie de minusvalía que presenta el animal, después de milenios de domesticación. En el mejor de los casos, no se trata de otra cosa que un comportamiento aprendido, a través del cual los canes se aseguran su manutención.

Mucho más que amor

Lo cierto es que hasta hace poco tiempo, muchos de los buenos sentimientos de los perros, su buena voluntad y abnegación para con sus dueños, estaban sobreponderados.
Los científicos venían afirmando que no existen emociones genuinas relacionadas con el comportamiento amoroso de los canes.

 Comienzan los estudios e investigaciones

Sin embargo, con el nacimiento en el siglo XX de la Etología (disciplina que estudia el comportamiento animal), el asunto se estudia a fondo.
Los resultados todavía no son del todo aceptados por muchos. Se ha demostrado que los perros sienten amor. También que reflejan otros sentimientos como alegría y tristeza. Además, son perfectamente capaces de identificar estas emociones entre sus compañeros de especie. Lógicamente, también en los seres humanos.
La actividad cerebral de estos animales no está limitada a simples respuestas ante estímulos positivos o negativos.
Lo que más sorpresa causa es que el procesamiento de las emociones, en líneas generales, es igual de complejo que el de las personas.

 Oxitocina: la “hormona del amor”

Uno de los descubrimientos más reveladores: los perros (y los gatos) producen oxitocina. Esta hormona está implicada con la activación de una serie de circuitos neuronales relacionados con sensaciones agradables, entre los que se cuenta el amar.
La incidencia de esta sustancia química en el cerebro, tanto de animales como en el ser humano, también es determinante para el establecimiento de lazos afectivos entre madres e hijos.
En los perros domésticos, esta sustancia influye decididamente en el carácter amable y sociable que la mayoría de estos ejemplares exhiben. También en la confianza que desarrollan hacia sus dueños.

Los perros sienten amor, pero solo hacia quien lo merece

Otro de los hallazgos encontrados tanto por etólogos como por neurobiólogos y otros especialistas, es que la capacidad de sentir amor de los perros es discrecional.
Es decir, hay ejemplares más cariñosos que otros. Pero esto no implica que las muestras de ternura sean para todos.
Los amos que se valen de la violencia para “educar” a sus perros, o que los maltratan frecuentemente, generarán en ellos miedo y temor, pero no amor.

Familia y manada: una misma cosa

Aunque hay lamentables excepciones, la mayoría de los grupos familiares que adoptan perros, les brindan a los animales privilegios de “miembro pleno”. En algunos casos, los canes pueden llegar a disfrutar de más privilegios que muchos de los humanos con los que cohabita.
Los perros veneran a sus dueños de la misma forma. Se trata de su manada, de su familia. Por ello, se establecen lazos afectivos sólidos, tangibles para los implicados.
Afirmar que hay perros capaces de entregar su vida a cambio de proteger a “sus seres queridos”, es mucho más que una frase retórica.

Los perros sienten amor. También alegría, tristeza, celos

Los etólogos tratan de determinar los sentimientos de estos animales de compañía. ¿Qué hay más allá del amor y las muestras de cariño?
Después de años de indagación, se han encontrado que los perros son capaces de alegrarse y entristecerse, de acuerdo a los estímulos que reciban a su alrededor. De la misma forma, son capaces de identificar estos estados de ánimo en las personas.
Cuando alguien en su entorno está visiblemente afligido, el instinto natural los lleva a tratar de brindar soporte y apoyo. Incluso, aún cuando se trate de personas extrañas, a las que “no ama”.
El efecto contrario puede generar en ellos las risas contagiosas. Si las personas que le rodean están alegres, los perros parece que también sonríen.


Y, al igual que ocurre con los seres humanos, si hay un sentimiento que los perros no pueden disimular, son los celos.


Muchos canes son realmente elocuentes al expresar su estado de enamoramiento. Las señales más evidentes son los movimientos frenéticos de la cola al saludar a la persona amada. Otras muestras típicas son: ganas de lamer incansablemente manos y rostro, además de constantes invitaciones para jugar.
Si algún miembro de la familia está enfermo, el perro no se moverá de al lado de la cama de la persona convaleciente.
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